Ron Howard es el director de esta película y es un tipo competente. Eso quiere decir que trabaje con el material que trabaje siempre saldrá un resultado decente. Pero cuando el material es bueno, no genial, sólo bueno, pues el resultado es excelente.
Esta película trata básicamente de como un presentador de espectáculos de entretenimiento simplón consigue hacer una entrevista a el primer presidente que es dimitido de la Casa Blanca.
Supongo que si te gusta la política sólo esta frase hace apetecible ver la película.
Si no es así imagina que tras la dimisión de Adolfo Suarez sólo Buenafuente hubiera conseguido una entrevista de 8 horas con el.
Todo el metraje, la elección de actores y la ropa o el maquillaje muestran que Frost es un poco pamplinas mientras que Nixon aparece como un duro adversario, inteligente y capaz de comérselo con patatas a la menor ocasión. Y esto es el núcleo de la historia, el propio Nixon lo presenta como un desafío y aunque desde el principio deja claro que no va a perder tambien es el único que muestra cierto respeto por Frost.
Y es que a mi entender Frost aparece como una figura casi infantil con una idea clarísima y afortunada mientras que Nixon es el trofeo a conseguir siendo el enemigo formidable que da sentido épico a la lucha.
Algo que se consigue sólo a medias porque en realidad Nixon es más un hombre que desea al final dejar de luchar, más que un contrincante vencido por la pericia de Frost. A pesar de ello esto no resta peso a la película, mas bien le da cierto halo de verosimilitud que afianza el sentimiento de que lo que se ve es real, pasó de verdad y marcó una época. La extraordinaria elección de los actores, con un Michael Sheen como David Frost y un enorme Frank Langella como Richard Nixon es parte de los cuidados elementos de la urdiembre. Los extraordinarios secundarios, apenas usados lamentablemente, son una buena base de la trama con Oliver Platt, Sam Rockwell y Kevin Bacon un trío que casi nunca queda mal y a menudo roba la pantalla cuando aparece en acción.
El resultado aún así peca de algo aguado pero con momentos extraordinarios, casi todos ellos con Langella, y algunos que dejan cierto aire de un quiero pero no puedo ó no me atrevo.
Con todo ello y sin ser la que para mí es la mejor película de Oliver Stone, Nixon, esta revisión del personaje es digna de verse y deja esa sensación de buen cine que esperas cuando termina la película y pasan unos pocos segundos antes de volver a la realidad. Aunque seguramente no será un sentimiento duradero...
La entrevista real:
El avance de la película:
Un saludo y que aproveche.
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