jueves, 3 de septiembre de 2009

Cine: Mapa de los sonidos de Tokio (crítica).

Mapa de los sonidos de Tokio es una película interesante. Por su historia es un claro ejemplo de cine negro en su vertiente clásica de los años 50. Con un doble triángulo amoroso, personajes de los bajos fondos y fuertemente condicionados por su pasado y por la muerte. La noche de Tokio como un personaje más envuelve y aislá a los protagonistas mostrándolos como solitarios en una ciudad de más de doce millones de almas.
Una asesina, el dueño de una licorería, un magnate y su “mano derecha”, una mujer muerta y un narrador ajeno a la mayoría de la acción que es un oyente aséptico que en realidad desea ser parte de la historia. Diversos locales nocturnos, hoteles para el sexo de una noche y actuaciones en directo terminan por conformar esta historia detectivesca sin detective.
Y es que la vida de los personajes de esta película discurre en absoluta soledad, a pesar de tener siempre un fiel compañero sus miradas perdidas sólo muestran vida a través de algunos momentos torturados.

Lo dicho, cine negro.
Pero es cine negro visto a través de Isabel Coixet, con su tamiz de pasiones imparables, detenidas dentro de personajes más bien apáticos. Atrapados en un mundo trágico, donde cada personaje se desliza hacia un destino del que nadie puede escapar, e ahí la tragedia.

Coixet resuelve la papeleta de una manera elegante, de gran fluided y sin ningún tipo de sobresalto. La historia se desarrolla ante nuestros ojos de forma natural a pesar de que sus protagonistas son bastante poco habituales. Ahí se encuentra el acierto de esta película, te crees una trama bastante estrambótica casi desde el principio con personajes que a veces están a un paso de ser cómicos. Pero que nunca abandonan ese camino trágico y nunca desbordando el tono plácido de la película. Consigue así la magia de hacer al espectador cómplice de la historia y así nos creemos esta trama.

Quizás sólo hay un pero, el doblaje es espantoso. La voz de Sergi López es sosa, sin color alguno. Aunque a la película le pega esa atonía, los demás personajes suenan igualmente desapasionados pero infinitamente más naturales. La razón es clara, Sergi López se dobla a si mismo y el NO ES ACTOR DE DOBLAJE. Por favor, basta de auto doblarse porque resulta siempre desastroso.
Nada que ver con su contrapunto, Rinko Kikuchi que está fabulosa.

A pesar de ello, una gran película muy dentro del estilo de su autora. Que nadie espere ver El Halcón Maltés, esto es cine negro, pero de la directora de Cosas que nunca te dije.

El avance:



Un saludo y que aproveche.

Dedicado a Elisa.

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