Cisne negro es una maravilla de película.
Trata sobre la pasión, el valor la determinación que se esconde tras el difícil mundo del ballet.
Natalie Portman interpreta a una bailarina dedicada por entero al mundo de la danza que en el proceso de construir el papel de su vida, protagonista en El lago de los cisnes, termina sacrificando todo lo demás.
Darren Aronofsky dirige esta pequeña gran joya y consigue desde el principio atraparnos en esta fábula paralela donde la danza y la historia de la bailarina se confunden en un juego de espejos con el personaje interpretado.
Esa imagen especular es importantísima y la fábula usa y abusa de la asimetría contínuamente.
La propia película incluye una clara dualidad, comienza retratando con dureza el mundo del balet con una escena inicial donde ella se prepara las zapatillas y unos planos tremendos de unos pies completamente deformados. Pero termina como una auténtica película de horror. Horror del bueno no basado en sustos ni efectismo, que lo hay, sino consiguiendo arrastrar al espectador al mundo oscuro y difuso de la locura de tal forma que esa misma, insana, locura nos aparece llena de belleza.
En esta complicadísima labor los secundarios realizan sus papeles acompañando con elegancia y sutileza a su protagonista que comienza siendo la Natalie Portman bellísima pero algo niña, un tremendo acierto de reparto, incluso eclipsandola en algunos momentos para desaparecer completamente cuando el cisne negro aparece en escena. Es así como Portman gana la película y se la lleva con total justicia.
Una película de terror psicológico al estilo de El Resplandor o Psicosis pero que a mi personalmente me ha gustado mucho más que estos clásicos.
Si alguna vez se ha dudado de que la calidad y el cine de género pueden ir juntos esta película callará muchas opiniones.
Una gran película para pasar un mal rato maravilloso en un cine a oscuras.
Un saludo.
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