Ayer asistí a la representación del musical "Fiebre del sábado noche" en el palacio de congresos expo. Con dos horas de duración y un descanso de quince minutos es un despliegue de excelentes actuaciones y un apartado escénico extraordinario.
La historia sigue el mismo patron que la película, un joven hijo de inmigrantes que vive en el Brooklyn vive para bailar en una discoteca de segunda llamada Odisea 2001 (que existió hasta el 2005). Tanto sus amigos como su familia o trabajo están en un segundo plano pues en la Odisea el es el número uno, algo que contrasta con la pobre vida que tiene fuera de ese mundo disco.
A lo largo de la historia conseguirá aprender algo de si mismo y de el mundo que hay más allá del baile. La historia es cantada en casi la totalidad de la obra usando música de los Bee Gees a excepción del tema Disco Inferno que pertenece a The Trammps y el Disco Duck (en la película también aparecía al igual que otros temas de la época dorada de la música disco).
Cada una de las canciones que aparecen muestran algo de sus personajes o simplemente hacen avanzar la historia con lo que se agradece que estén traducidas a excepción de algún estribillo lo que no supone ninguna dificultad para seguir la trama. Mas bien es un aliciente pues traducir Stayin'Alive por manteniéndome vivo no mejora en nada el tema.
Cada una de las piezas contiene una gran coreografía que luce todo el esplendor de los pasos disco que hemos visto y bailado cien veces pero a un nivel técnico inalcanzable por los "normales".
Es que ver como el cuerpo de baile al completo llena el escenario sin parar de bailar durante casi dos horas es espectacular. En especial por los actores que interpretan a los "Faces" (los guapos) que es la banda de amigos de Tony Manero, el protagonista.
Y más aún por este mismo, interpretado por un carismático Juan Pablo Di Pace que se come literalmente a sus compañeros cuando interpreta y es que es un centro de atención durante todo el espectáculo. Es asombrosa la capacidad de resistencia que les permite cantar y bailar sin perder ni un momento la voz durante dos horas y algunos días con dos pases lo que denota una gran preparación física.
Con una coreografía coral para temas como el que da nombre a la obra, Night Fever donde todo el cuerpo de baile actúa al unísono la espectacularidad siempre es más fácil pero donde salta a la vista la excelencia y la habilidad tanto de la coreografía como de los bailarines es en el duelo final de baile donde tres parejas compiten por el premio.
Tras dos parejas rivales extraordinarias una más disco acrobática y la otra más latina que realmente hacen temer que los protagonistas no ganaran llega el famoso traje blanco y el More Than a Woman donde de nuevo todo brilla con el reflejo de los espejos.
Una de las limitaciones claras de un teatro esta en las localizaciones, no puedes cambiar de lugar completamente cada cinco minutos porque el público quiere ver cierta continuidad y todo ocurre ante tus ojos. Sin embargo se consigue con un uso extraordinario del espacio y la luz además de unos elementos móviles que usan cada grúa y espacio del escenario para recrear las calles, salas de baile, discotecas, casas, habitaciones, trabajo, parques y hasta el puente de Brooklyn. Y todo ello en unos pocos segundos. Con esto consiguen que esa limitación se convierta en parte de la magia y en una ventaja para el espectador.
Y en un espectáculo itinerante esto es un logro mayor si cabe, viendo las fotos de Madrid donde el escenario es fijo aún es más espectacular la escenografía. Conseguir montar todo esto para cuatro días da sentido al precio de las entradas.
Para mi justificado, sientes que cada euro gastado está para ti representado.
Un auténtica gozada que podía haber tenido al público bailando toda la noche.
Un saludo y que aproveche.
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